Por estas fechas de 1974, el Hospital Nacional de Parapléjicos cerraba los últimos detalles antes de su inauguración, la cual estaba a poco tiempo de producirse: llegó, concretamente, en el mes de octubre de aquel año. Hoy, medio siglo después de este acontecimiento, que sacudió especialmente a la provincia de Toledo donde está ubicado -aunque recibe a pacientes de toda España e incluso a algunos extranjeros-, el centro dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM) celebra su 50 aniversario con la vista puesta en el futuro.
“Se han producido incontables cambios desde aquellos primeros tiempos. La clase de paciente que llega, el tipo de manejo que se hace de él, el conocimiento que tenemos sobre la lesión medular, el uso de la tecnología, el propio edificio del hospital… pero hay una cosa que siempre se ha mantenido igual: la filosofía del tratamiento integral que proclamó Ludwding Guttman después de la Segunda Guerra Mundial”, afirma la doctora Mónica Alcobendas .
Y es que esa fue la base sobre la que se construyó el hospital en los años setenta, la de tratar al paciente parapléjico en su conjunto, y no de manera diseminada como se hacía hasta entonces (si es que se podía llegar a hacer): “Es la versión holística de la persona con lesión medular”. Por un lado, está la esfera física, ya que la citada lesión medular produce una alteración del movimiento y de la sensibilidad que va mucho más allá de lo que es la propia lesión.
“Se alteran todas las funciones que están por debajo. La capacidad respiratoria, la función del tracto urinario inferior, del intestino, la respuesta sexual… lo que hacemos es manejarlos todos, reeducando las funciones que podemos y adelantándonos en la medida de lo posible a las complicaciones que pueda haber relacionadas”, explica la doctora.
Pero su asistencia no se reduce solo a eso: también cubren el apartado emocional, “acompañando a enfrentar la lesión y ayudando a rediseñar la nueva vida”. “Lo hacemos también desde una aproximación social. Queremos que regresen a la vida social de la mejor manera”, insiste la directora gerente de un hospital que, en estos cincuenta años de vida, ha atendido a más de 35.000 personas con lesión medular.
Y es que, como se comentaba al comienzo del artículo, la diversidad que tienen de pacientes en lo que a su procedencia se refiere es enorme. “Somos referencia directa para nueve comunidades autónomas, que no tienen ninguna unidad de lesión medular. El resto sí que tienen en los hospitales de agudos, pero son más pequeñitas”. Así, cuando la lesión es realmente compleja o se complica, es necesario acudir al Hospital Nacional de Parapléjicos.
“Si son dependientes de ventilación mecánica o han sufrido otras lesiones graves, como politraumatismos, esto limita el poder atenderles en hospitales generales y nos los remiten aquí”. Esto siempre ha sido más o menos así, pero, apunta Alcobendas-Maestro, lo que sí ha cambiado mucho, como también adelantaba anteriormente, es el perfil de paciente que reciben.
Por lo general, cuenta, ha aumentado la edad media del lesionado, básicamente porque la población envejece cada vez más. Y esto lleva a que también aumenten las posibilidades de sufrir traumatismos por un lado y enfermedades crónicas por otro, lo que facilita la aparición de lesiones no traumáticas -“de origen vascular, inflamatorio, infeccioso…”- que derivan en lesión medular. “Sí que es verdad que antes eran mucho más frecuentes las lesiones traumáticas, pero los controles y la mejora de las normativas ha ayudado mucho a frenarlas”, matiza.
LAS COSAS HAN CAMBIADO MUCHO…
Mejora del estado de las carreteras, más prudencia por parte de los conductores gracias al carnet por puntos… los accidentes de tráfico han sido, históricamente, la principal causa de las lesiones medulares. Pero también las caídas, que, más allá de las que se producen entre personas mayores por ese aumento del envejecimiento de la población, también están relacionadas con imprudencias. Por eso, destaca la experta, desde el Hospital Nacional de Parapléjicos hacen una labor muy importante de campañas de prevención.
“Pero aún así sigue habiendo, por ejemplo, pacientes que nos llegan con lesiones cervicales por malas zambullidas en el agua, que además suelen ser gente joven. El año pasado fueron siete a pesar de insistir en la precaución”, lamenta Alcobendas. “También la prevención de riesgos ha servido para disminuir las lesiones que se producen en el lugar de trabajo”, añade.
“Más allá de lo asistencial, tenemos una unidad de investigación muy potente a nivel básico, preclínico y clínico. Vamos a seguir profundizando en entender la lesión medular tanto a nivel celular como de los circuitos que se dañan y los que quedan preservados, para intentar recuperar parte de esa función”, comenta Alcobendas.
Fuente: Consalud