El doctor J. Herbert Dietz, un prestigioso rehabilitador estadounidense, ya decía en los años 80 que «el propósito de la rehabilitación es que la vida del paciente sea tan confortable e independiente como sea posible, cualquiera que sea su expectativa de vida». Sin embargo, todavía dos décadas después, ante una enfermedad incurable, «a menudo las familias y el personal sanitario aceptan la pérdida de función como algo inevitable y no nos preocupamos por el uso de funciones todavía intactas», sostiene Emilio González, responsable médico de la unidad de cuidados paliativos del Hospital San Juan de Dios de Zaragoza.
Partiendo de esa premisa, este médico del San Juan de Dios ha trabajado para lograr la incorporación de un fisioterapeuta a su equipo, con la finalidad de poder trabajar las dimensiones funcional y emocional de sus pacientes. Y va a poder hacerlo gracias al apoyo de CaixaBank que, a través del presupuesto descentralizado de la Fundación la Caixa, ha aportado 6.900 euros a esta iniciativa pionera en las unidades de cuidados paliativos aragonesas.
Este fichaje «nos va a brindar la posibilidad de que un 40% de los pacientes ingresados en nuestra unidad, esto es, unos 200 al año, puedan recibir tratamiento fisioterápico sistematizado como parte de una asistencia más integral, según el modelo biológicopsicosocial de las intervenciones en salud», explica Manolo Vela, fisioterapeuta coordinador del servicio de rehabilitación del centro hospitalario zaragozano.
Su nuevo colega, que se incorporará el próximo enero, estará integrado dentro de la unidad de cuidados paliativos del hospital, participando en la toma de decisiones y valorando el enfoque que necesite cada paciente susceptible de su intervención. Aportará su técnica, pero también detectará necesidades del enfermo y de sus familiares, gracias al estrecho contacto que suelen mantener con ellos estos profesionales, un objetivo que también persigue cualquier otro miembro del equipo.
Pero, además, su incorporación «nos abre la posibilidad de aportar información interesante en el debate todavía abierto acerca de la efectividad de la rehabilitación en estos pacientes», apostilla Vela.
Y es que, en realidad, pocas unidades de paliativos cuentan en el mundo con el apoyo de fisioterapeutas, ya que no es posible una rehabilitación normalizada de sus pacientes. Tampoco la del San Juan de Dios de Zaragoza había sido hasta ahora una excepción y, en 32 años de trabajo con más de 20.000 enfermos, nunca ha contado con su propio servicio de fisioterapia. Aunque también es cierto que, si sus facultativos consideraban que alguien se podía beneficiar de estas técnicas, solicitaban la colaboración del servicio de rehabilitación.
«Cuando una persona está gravemente enferma, toma conciencia con su cuerpo físico dañado y mermado», expone el doctor González. «Las experiencias y emociones pueden resultar muy dolorosas e impactantes. Pero ser tocado en el cuerpo de una manera empática es muy satisfactorio para el paciente, desde movimientos pasivos, enseñando posiciones de descanso, alivio del dolor con la movilización, pequeños masajes y, sobre todo, la comunicación con el paciente y la familia, a la cual se le hace partícipe en movilizar y tocar a su enfermo», matiza.
«Cada vez más estudios, tanto en campo de la fisioterapia como de los cuidados paliativos, apuntan a una mejora de la fuerza física y la autonomía del paciente. Dan cuenta de la reducción de otros síntomas como el dolor, problemas respiratorios, ansiedad… Y de que contribuye al confort del paciente, a la educación del cuidador y a la adaptación a las pérdidas», añade Vela. «Y también la Sociedad Española de Cuidados Paliativos defiende la necesidad de promover la autonomía del enfermo mediante una actitud rehabilitadora y activa», subraya.
Fuente: El periódico de Aragón.