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EL SOPLO DE LOS FISIOTERAPEUTAS

José Antonio, de 56 años, estuvo ingresado casi un mes en el Hospital de Segovia, parte del tiempo entubado en la UCI, afectado por una neumonía bilateral. Fue en abril, en los peores días de la primera ola de la pandemia de la COVID-19. Recibió el alta con 10 kilos menos y la angustia de no poder recorrer ni tres metros sin que le sobreviniera la disnea —sensación de falta de aire— y la fatiga. Deportista vocacional y amante del ‘running’, los médicos le avisaron que tardaría al menos un año en poder volver a correr. Hoy José Antonio ya corre de 5 a 8 kilómetros, a ritmo más lento del que solía, algo que no le importa, porque «todo es cuestión de tiempo, porque —avisa— pienso volver a correr la Media Maratón de Segovia».

Este vecino de Valverde es uno de los 88 pacientes COVID que han experimentado una clara recuperación gracias a los ejercicios respiratorios y físicos que han practicado en sus propios domicilios. Lo han hecho con asesoramiento telefónico directo y el apoyo visual de los 9 vídeos elaborados por la decena de especialistas de las unidades de fisioterapia de Atención Primaria del Área de Salud de Segovia.

La experiencia de José Antonio, pero también la de Mercedes o Adelina —pacientes que aceptaron la propuesta de sus fisioterapeutas— desvela que tan importante son los fármacos como la práctica de ejercicios para recuperar la función respiratoria y recobrar el equilibrio, movilidad y tono muscular que tenían antes de ser golpeados por el virus.

«Los ejercicios les han ayudado a una adaptación a la vida diaria. Por ejemplo, madres de familia que nos decían que, con apenas dos días haciéndolos, ya podían ponerse a cocinar. Eran metas pequeñas al principio, pero muy importantes para avanzar en la recuperación», comenta la coordinadora de fisioterapia de Atención Primaria de Segovia, Gloria Martínez Ramírez, responsable también de la unidad en el centro de salud de Cuéllar.

Fue durante la primera ola de la pandemia, en el confinamiento domiciliario del primer estado de alarma, cuando las 9 fisioterapeutas del área de Segovia comprendieron que era vital dotar de herramientas a los pacientes que salían de ingresos hospitalarios para su recuperación en el propio domicilio. «Eran pacientes confinados en casa en condiciones físicas muy malas, que no se podían ni siquiera calzar, vestir o ducharse solos, alguno había perdido hasta 17 kilos de peso», recuerda Gloria, que precisa cómo el reto era que los enfermos pudieran recuperar lo antes posible su condición física para ganar independencia y calidad de vida.

El reto era mayúsculo y las fisioterapeutas empezaron a trabajar en dos vertientes. La primera pasaba por intentar que el paciente pudiera mejorar el tren y función respiratoria para que se cansara lo menos posible, no tuviera disnea y la fatiga apareciera lo más tarde posible. Y, al mismo tiempo, el trabajo tenía que lograr restablecer la movilidad y fuerza muscular, especialmente para aquellos pacientes que habían permanecido en cama —ingresados en UCI o planta o en su propia casa— y que presentaban mucho desacondicionamiento físico por un periodo prolongado de inmovilización.

Guías, con dibujos e ilustraciones y explicaciones en texto detalladas, servirían para transmitir los ejercicios de reacondicionamiento físico para la recuperación de movilidad y tono muscular a pacientes que pasaron por UCI o largo tiempo en cama. Sin embargo, en el caso de los ejercicios respiratorios, mucho menos conocidos, las dudas podía asaltar al paciente. Para sortear este obstáculo, las ‘fisios’ de Segovia elaboraron, ya en los meses de abril y mayo, hasta 9 vídeos de ejercicios que remitían a los pacientes en función de su patología y evolución clínica.

Lo primero, antes y ahora, es la valoración telefónica del estado del paciente, sea a través de un pulsioxímetro doméstico que detalla su grado de saturación —cantidad de oxígeno en sangre— o, si la persona no dispone de este pequeño aparato, se utilizan otras técnicas, como el ‘Test de Roth’, que evalúa el grado de disnea.

Tras esta evaluación, las ‘fisios’ remiten, sea por correo electrónico o whatsapp, los diferentes vídeos con los ejercicios. En el que hace referencia a las recomendaciones generales sobre ejercicios respiratorios, la fisioterapeuta del centro de Salud de San Lorenzo, Elena Álvarez, traslada a los pacientes que se tratan de ejercicios sencillos y fáciles de realizar, con importantes beneficios, porque «pronto notaremos cómo respiramos mejor, como disminuye la fatiga y aumentamos la resistencia», asegura.

La ‘fisio’ aconseja realizar los ejercicios dos o tres veces al día, en una estancia tranquila de la casa, con temperatura agradable, bien ventilada, con ropa cómoda y siempre después de realizar la digestión. Una premisa importante es no tener fiebre o parar cuando el paciente note mareos, inestabilidad, dolor de cabeza o presión el pecho. «Vamos a estar en contacto con vosotros, vamos a hacer un seguimiento (…) os pedimos que seáis constantes y no os desaniméis», dice Elena Álvarez en el vídeo. Junto a ella otras dos compañeras  —Patricia Verdugo y Henar Tejedor—protagonizaron las grabaciones, todos de corta duración, —no superan los dos minutos— y en los que las fisioterapeutas muestran las técnicas a imitar. Abordan temas variados, desde ejercicios de respiración diafragmática hasta el llamado ‘de labios fruncidos’, que ayuda a disminuir la disnea.

Gloria Martínez sostiene que el control y seguimiento de los enfermos en recuperación es constante y que, en muchos casos, visualizan los vídeos en la pantalla y realizan los ejercicios respiratorios mientras la fisioterapeuta está al otro lado del teléfono para resolver sus dudas. La coordinadora subraya que los tratamientos, tanto respiratorios como de recuperación de la movilidad, se ajustan a la situación de cada paciente. «Lo que sí aconsejamos es que los ejercicios respiratorios continúen en pacientes con neumonias bilaterales. Algunos tienen pequeñas cicatrices provocadas por la enfermedad. Tienen su seguimiento en Neumología del Hospital, pero nosotras les insistimos en que sigan con ello», añade.

Tras casi un año de experiencia, las fisioterapeutas hablan de una respuesta muy positiva. «Al principio les llamas todos los días. Luego separas un poco las citas. Te dicen cómo se encuentran y vas quitando repeticiones o aportando nuevos ejercicios. La fatiga condiciona mucho la calidad de vida, aunque, por fortuna, la mayoría dice que se encuentra mucho mejor».

Mercedes, 58 años. «El bicho te deja hecha una piltrafa». El recuerdo le pone un nudo en la garganta. Tras más de diez días en casa aguantando con antibióticos, sabedora de que se había contagiado, Mercedes recuerda que tuvo que llamar a su hijo para que le llevara al Hospital General ante sus dificultades para respirar. Fue el 24 de abril y allí permaneció 9 días ingresada. Auxiliar de enfermería, y muy agradecida «a todos mis compañeros sanitarios que me ayudaron», Mercedes explica que durante su ingreso era autónoma, pues ella misma se hacía la cama y se duchaba sola. «Cuando llegué a casa lo seguía haciendo, pero me ponía a barrer el salón y ya no podía fregar, porque me agotaba», recuerda Mercedes, quien pronto, a través de su ‘médico de cabecera’, comenzó a realizar los ejercicios recomendados por las fisioterapeutas segovianas.

«Al principio realizaba uno o dos veces cada ejercicio. Siempre me decían que si me cansaba o me surgía la fatiga, que parase (…) luego hice ejercicios de fuerza, por la mañana y tarde, de sentarme y levantarme de la silla…  también te mandaban algún audio de relajación que nos venía muy bien», asegura. «Es un bicho que se apodera de ti y te deja hecha una piltrafa», subraya Mercedes, ya muy recuperada, aunque todavía sufre «pinchazos» en el pecho. «Debe ser una zona con cicatrices [en los pulmones] según los neumólogos», dice.

Adelina, 62 años. «Nos han ayudado bastante. Sin estos ejercicios el pulmón se atrofia». Estuvo en un entierro el 1 de marzo y a los tres días ya notó los primeros síntomas. El agotamiento repentino le obligó primero a permanecer en cama y una semana después, ante el progresivo empeoramiento, tuvo que pedir auxilio hospitalario. Fueron 10 días en el Hospital General de Segovia. Adelina recuerda que «cuando yo entré [los enfermos COVID] ocupaban parte de una planta y cuando salí era todo el Hospital ocupado y solo una planta limpia» de COVID.

La mujer ya ha recibido el alta de su fisioterapeuta en diciembre, aunque no dejará de hacer los ejercicios y aplicar en el día a día las técnicas de respiración aprendidas. No obstante, comenzó con su tratamiento con cierta ventaja pues antes incluso de contraer el virus, Adelina ya practicaba pilates y técnicas de respiración hipopresivas. «Tuve neumonía bilateral, me afectó a los pulmones. Veía los vídeos y hablaba con la fisio a ver qué tal me había ido (…) Creo que es una herramienta útil. Pienso que nos han ayudado bastante, además de que hemos puesto nuestra voluntad y constancia. Aconsejo a otras personas que lo hagan, porque entiendo que el pulmón se queda parado, como atrofiado, y hay que ayudarle a recuperar su espacio para poder respirar bien».

José Antonio, 56 años. «No podía ducharme solo y hoy ya corro 8 kilómetros». Había permanecido un mes ingresado, parte en la UCI, donde tuvo que ser entubado. La mayor inquietud de José Antonio al salir del Hospital General era saber cuándo podría volver a correr. «Les pregunté qué cuánto iba a tardar y me dijeron que un año como mínimo», recuerda hoy José Antonio, que ha logrado superar los vaticinios más optimistas de los médicos. Aunque a un ritmo de carrera menor que cuando participaba en la Media Maratón de Segovia, José Antonio ya recorre entre 5 y 8 kilómetros; toda una hazaña si se tiene en cuenta que cuando llegó a su casa, con 10 kilos menos, no podía ir de la cama al baño, a unos metros de distancia.

«Ducharme solo era imposible, no tenía fuerzas. Recuerdo que no podía hacer nada, solo salir a aplaudir al balcón», dice. Recuerda que Eva, fisioterapeuta de Segovia III, le propuso hacer ejercicios respiratorios y otros para potenciar el equilibrio, la fuerza y la potencia. Con disciplina espartana y «el constante apoyo de mi mujer y mis hijos» José Antonio realizó en casa todos los ejercicios que le mandaban y, cuando pudo pisar la calle, el reto era caminar lo máximo posible, aunque «para ir a comprar el pan, en un trayecto de quinientos metros, me tenia que parar tres veces».

«Estoy bastante recuperado gracias a eso y a mi fuerza de voluntad, porque soy persona metódica”, dice José Antonio, que confiesa su mayor ilusión: «cuando haya otra carrera en Segovia la correré, aunque llegue el último».

Fuente: Eldiasegovia.es

 

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