Es la capacidad del cuerpo para mantener unas condiciones internas relativamente estables a pesar del cambio permanente en el mundo exterior. Aunque la traducción literal es «inmutable», el término no indica realmente un estado inmóvil, sino un estado de equilibrio dinámico o un equilibrio en el cual las condiciones internas cambian y varían, pero siempre entre limites relativamente estrechos.
En general, el cuerpo mantiene la homeostasis cuando se cubren sus necesidades de forma adecuada y funciona sin problemas. El mantenimiento de un entorno interno constante depende de virtualmente todos los aparatos: las concentraciones séricas adecuadas de nutrientes vitales deben ser continuas, la actividad miocárdica y la tensión arterial deben controlarse y ajustarse de forma constante, de forma que la sangre reciba el impulso adecuado para llegar a todos los tejidos corporales, no debe permitirse la acumulación de desechos y la temperatura corporal debe controlarse con la precisión.
La correcta comunicación en el cuerpo es esencial para la homeostasis y son los sistemas nervioso y endocrino, que utilizan señales eléctricas, los que funcionan como transportadores de información.