Consiste en la presentación dolorosa de la calcificación insercional del tendón de Aquiles.
El sobrecrecimiento óseo puede ubicarse en la región superior o inferior de la tuberosidad calcánea, donde se insertan las fibras anteriores y posteriores del tendón respectivamente.
La etiología de la deformidad de Haglund no está totalmente definida, no obstante, se sabe que el morfotipo de pie cavo, la rigidez del tríceps sural y el calzado con contrafuerte estrecho predisponen a su desarrollo.
La calcificación alrededor de la inserción del tendón de Aquiles favorece la entesitis aquílea, su tendinosis y el pinzamiento de la bursa retrocalcánea.
La bursa superficial puede verse dañada por la compresión directa del calzado contra la superficie anormalmente abombada del calcáneo. En cualquiera de estas situaciones, la deformidad de Haglund se vuelve asintomática y pasa a considerarse un síndrome patológica.
La deformidad de Haglund es asintomática en la mayoría de los casos y su sintomatología dolorosa aparece como una lesión por sobreuso. El cuadro clínico que provoca se manifiesta mediante dolor posterior de tobillo que se exacerba con la carrera o el uso de calzado estrecho.
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