La Organización Mundial de la salud (OMS) ha identificado a la inactividad física como el cuarto factor de riesgo de mortalidad general, relacionado con hasta 35 enfermedades crónicas diferentes y especialmente con las enfermedades cardiovasculares, diabetes, demencia, depresión, cáncer de colon y mama2. Hoy en día, la inactividad física se ha convertido en un problema de salud pública en todo el mundo.
La actividad física se define como cualquier movimiento corporal producido por la contracción de la musculatura esquelética que ocasione un gasto energético por encima del gasto de energía en situación basal (reposo). La actividad física debe distinguirse de otros conceptos cercanos, como el de ejercicio, definido como una actividad planificada, estructurada, repetitiva y cuyo objetivo es lograr beneficios en salud o en forma física. Otro concepto estrechamente relacionado es el de forma física, que hace referencia al conjunto de atributos relacionados con la salud o las habilidades para practicar actividad física. En las personas con enfermedades crónicas, la forma física está disminuida a menudo y los pacientes sufren una reducción de lo que se denomina capacidad de ejercicio.
La actividad física debe ser vista como un comportamiento que se puede caracterizar en términos de intensidad, frecuencia, tiempo y tipo, todos ellos aspectos modificables que pueden ser utilizados para el diseño y evaluación de potenciales intervenciones.