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La sobremedicación en España es un problema que afecta a la salud de muchas personas, especialmente a las poblaciones de riesgo. Según algunos expertos, el problema del uso excesivo de medicamentos, está relacionado con varios factores. La falta de validación de los tratamientos, la prescripción excesiva o innecesaria, el mantenimiento de fármacos que se pautaron para un problema puntual y la automedicación son algunas de estas causas que contribuyen a este problema.
Marta Lestón Vázquez, farmacéutica de Atención Primaria de Barcelona Ciutat y Coordinadora del Comité de Revisión de la Medicación de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria, nos explica la importancia de entender la complejidad de este problema de salud pública que afecta a miles de pacientes en nuestro país. Pese a que, como explica Lestón, “es difícil medir de forma cuantitativa la sobremedicación”, hay numerosos estudios que afirman que se suele dar más frecuentemente en mujeres que en hombres. A su vez, cabe destacar como en los últimos años, esta ha comenzado a afectar a los jóvenes, que sufren cada vez más trastornos de depresión y ansiedad.
Otro de los grupos más vulnerables, en este contexto, son los pacientes mayores debido a que suelen tomar varios medicamentos de manera diaria, algunos de ellos potencialmente inadecuados para su edad o condición. “La prescripción de medicamentos potencialmente inapropiados en pacientes ancianos es muy prevalente en nuestra población, y esta aumenta a medida que la población envejece”, afirma Lestón Vázquez, quien nos explica que según un estudio, el 88% de las personas mayores de 65 años que van al médico reciben algún medicamento que no deberían tomar.
Existen diversas tácticas para identificar y actuar frente a las prescripciones inadecuadas. Una de estas consiste en establecer protocolos de tratamiento y formación complementaria para el abordaje de enfermedades leves que a menudo se resuelven por sí solas, siendo un correcto planteamiento el no usar medidas farmacológicas. Sin embargo, como explica la Coordinadora del Comité de Revisión de la Medicación de la SEFAP, las herramientas que ayudan a los médicos a recetar tienen unas reglas claras, “las más conocidas y usadas son las reglas STOPP-START, BEERS, LESS CROHN, STOPP- PAL, y otras, que sirven para saber si un medicamento no es bueno o no hace falta para una enfermedad o una situación concreta”. Con estas herramientas se pueden identificar, en toda la población, prescripciones inapropiadas a través de numerosos estudios que lo demuestran.
Otro de los métodos para controlar la sobremedicación consiste en la revisión de la medicación centrada en la persona, es decir, “se trata de usar diferentes métodos para comprobar qué medicamentos necesita cada persona y cuáles no, con la ayuda de un equipo de profesionales”, afirma la farmacéutica de Atención Primaria Marta Lestón. De esta manera, se ajusta el tratamiento a lo que el paciente quiere y necesita evitando prescripciones inadecuadas. Esta es una estrategia prioritaria para la población vulnerable y con cronicidad avanzada, ya que se evalúan los tratamientos en su conjunto y con un abordaje integral del paciente, pudiendo establecer mejoras en su plan farmacoterapéutico.
Para lograr abordar esta problemática, se vuelve necesaria la educación, tanto de profesionales como de pacientes, para promover una prescripción más responsable. “Es crucial que los profesionales sanitarios conozcamos las situaciones frecuentes que conlleva la sobremedicación y sepamos comunicar y compartir con la población atendida esta información”, comenta la Coordinadora del Comité de Revisión de la Medicación de la SEFAP, quien añade como “el abordaje farmacoterapéutico es dinámico y que la medicación puede cambiar con el tiempo debido a diversos factores”. Es por ello que es tan necesario un seguimiento, ya que el tratamiento de cualquier patología puede cambiar con la aparición de nuevos estudios, provocando que los tratamientos que antes se recomendaban a toda la población, ya no se indiquen o queden restringidos a determinados casos.
A su vez, la educación del paciente, en materia de sobremedicación, se vuelve muy importante para mejorar la calidad y la seguridad de la atención sanitaria. Es necesario que los pacientes comprendan por qué están tomando determinados medicamentos, cuál es su objetivo, cómo se deben tomar, qué efectos secundarios pueden causar y qué precauciones deben tener.
La seguridad del paciente es el epicentro de la resolución de la sobremedicación, ya que aparte de los diversos efectos adversos que pueden provocar todos los medicamentos, además exponerse a un número elevado de fármacos, se asocia con numerosos riesgos como la incapacidad, el aumento de hospitalizaciones o incluso un aumento de la mortalidad. “Cuando un fármaco no tiene una indicación terapéutica justificada, los beneficios de este desaparecen, quedando únicamente los riesgos que conlleva los medicamentos”, declara la farmacéutica de Atención Primaria de Barcelona Ciutat.
A su vez, el impacto económico de trabajar para evitar una medicación excesiva, permitirá reducir el de gasto farmacéutico directo de las terapias no indicadas y evitando el gasto en consultas u hospitalizaciones por problemas que nos han causado la sobreexposición de los medicamentos. Además, contribuiremos a que el sistema sanitario funcione mejor y pueda atender a otras personas que lo necesitan más.
Es necesario avanzar hacia un sistema sanitario más sólido y preparado para abordar la complejidad del problema. “Es preciso pasar de un planteamiento reactivo frente a la sobremedicación a uno proactivo, capaz de identificar en tiempo y en forma estas situaciones antes de que se produzcan los daños”, concluye la Marta Lestón.
Fuente: Consalud
