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Las causas que se producen en estas lesiones son varias:
–Infecciones: Son más frecuentes en lesiones abiertas, por lo que requieren una cuidadosa valoración de la lesión, eliminando los tejidos necrosados y desvitalizados.
–Retardo de consolidación y pseudoartrosis: Hay que evitar fijaciones excesivamente rígida que impiden la compresión interfragmentaria y procurar que el paciente realice una carga precoz del miembro. Toda fractura de tibia que presente movilidad en el foco de fractura pasados seis meses desde la lesión, debe ser abordada quirúrgicamente para refrescar los extremos óseos y aplicar un autoinjerto óseo.
–Consolidación viciosa: Suele aparecer en tratamientos cerrados (5%). Toda deformidad (varo, valgo, recurvatum) que supere los 20º debe ser corregida, ya que no sólo es antiestética, sino que predispone a la artrosis de tobillo.
Las tres complicaciones descritas son las más importantes y frecuentes en las fracturas de tibia. Además de ellas citaremos como posibles complicaciones: lesiones vasculares, síndrome compartimental, complicaciones trombo-embólicas, lesiones nerviosas y trastornos tróficos.
