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Si. Se ha calculado que si las poblaciones de los países occidentales industrializados cambiasen su dieta cotidiana por una dieta mediterránea, podrían prevenirse hasta un 25% de los canceres colorrectales, un 15% de los de mama y un 10% de los de próstata, páncreas y endometrio.
El concepto de dieta mediterránea tradicional describe los hábitos alimentarios en las regiones de alto consumo de aceite de oliva que bordean el Mar Mediterráneo. Aunque pueden presentarse algunos aspectos diferenciales entre las distintas áreas, se considera que son variantes de una misma intensidad.
El patrón típico de la dieta mediterránea está basado en un elevado consumo de diversos productos vegetales como cereales, legumbres, frutas, verduras y frutos secos. El aceite de oliva, quizás el constituyente más representativo de la dieta mediterránea, se utiliza tanto para preparar las ensaladas como para cocinar. Otras características son el consumo frecuente de pescado y el consumo moderado de carnes y productos lácteos. Investigaciones de tipo bioquímico, clínico y epidemiológico sugieren que es más apropiada una consideración conjunta del patrón de dieta mediterránea y no de cada uno de sus elementos.
En el efecto protector estarían involucrados múltiples nutrientes de los alimentos citados: el ácido oleico, la vitamina D, el betacaroteno, el escualeno; algunos micronutrientes con propiedades antioxidantes, como la vitamina C y E, de las frutas y verduras; los ácidos grasos omega-3, componentes del pescado, etc.
La recomendación volver a la cocina de nuestras abuelas: dieta abundante en verduras, frutas, hortalizas, legumbres y pescados y pobre en carnes.
