Mayor sensibilidad a los estímulos dolorosos. Este es uno de los grandes problemas por los que se caracteriza la fibromialgia. Al dolor crónico provocado por esta dolencia hay que sumar una serie de síntomas físicos y psicológicos como la disminución del bienestar del enfermo o la fatiga ante los esfuerzos.
Tomando como referencia este contexto, Cristina Maestre, doctora e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), ha liderado un nuevo estudio en el que se han analizado los beneficios que reporta el binomio formado por el deporte y la fibromialgia.
El principal objetivo de este estudio ha sido el de “analizar las asociaciones entre la asignación del tiempo dedicado a actividades sedentarias y físicas, y los componentes de la condición física en mujeres con fibromialgia”.
La principal conclusión del estudio determina que, la teórica sustitución de 30 minutos de tiempo sedentario por media hora de actividad física realizada de forma ligera, puede estar asociada a una mejora en términos de fuerza muscular del miembro superior del cuerpo del enfermo de fibromialgia. Se señala además una posible mejora en la capacidad cardiorrespiratoria.
En el caso de que el indicado tiempo de sedentarismo sea sustituido por 30 minutos de actividad física moderada, pueden obtenerse “beneficios adicionales en los componentes de la condición física y permitir mayores efectos sobre el estado físico, que repercutirán de manera positiva en la capacidad de llevar a cabo las tareas de la vida diaria”.
A pesar de que los resultados reportados por el estudio sugieren que la actividad física moderada ofrece beneficios a los enfermos de fibromialgia, hay que destacar que no se recomienda a todos los pacientes. Todo depende de los síntomas y estado de la persona.
Lo que si determina el estudio es que el simple hecho de sustituir 30 minutos de sedentarismo por actividad física liviana, ya produce mejoras significativas.
“Los pacientes con fibromialgia a menudo valoran las actividades intensas como aterradoras, lo que a su vez puede provocar ansiedad y una sensación de estar siendo obligadas más allá de la propia capacidad o voluntad”, explica la investigadora.
Es por esto que el estudio aconseja un enfoque gradual de pequeños intervalos continuos de 30 minutos o divididos en dos tiempos de 15 minutos cada uno. Una vez los pacientes se sientan seguros con este tipo de actividad será el momento de dar el paso hacia actividades en las que se incremente el grado de intensidad.
Motivos por los que la investigación señala los programas con objetivos de progresión pueden ofrecer mayores beneficios que los programas de actividad estándar de talla única. La recomendación pasa por los enfoques personalizados en base a los síntomas y estado de cada paciente.
Fuente: Consalud