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La crisis sanitaria global desatada por el coronavirus (COVID-19) ha puesto contra las cuerdas a la mayoría de los sistemas sanitarios del mundo. Su rápida capacidad de transmisión ha hecho que, en cuestión de días, muchas naciones hayan pasado de tener apenas unos casos a contar con brotes prácticamente incontrolables.
Pero, entre toda esta vorágine, hay un caso que ha despertado el interés de científicos y expertos de todo el mundo. Hablamos de Alemania. Los últimos datos oficiales informan que en el territorio germano el número de infectados ha superado ya los 22.200 casos y ha reportado 84 muertes.
Unos datos que contrastan con los más de 14.000 casos y 562 muertes de Francia, los más de 5.000 casos y 234 muertes de Reino Unido o los más de 25.300 casos y 1.377 muertes en España. Mención aparte el caso de Italia, el principal foco de COVID-19 en Europa con 53.578 casos y 4.825 muertes.
Tomando estos datos como punto de partida vemos que la tasa de mortalidad en Alemania apenas alcanza el 0,4% mientras que en el caso de España es del 5% o del 11% en Italia.
Richard Pebody, uno de los responsables de la Organización Mundial de la Salud (OMS), explicaba hace unas horas que no tienen una explicación concreta para el particular caso alemán. Desde la OMS consideran que la respuesta podría residir en la confluencia de varios factores.
Uno de estos factores sobre los que pone el foco la OMS es que Alemania cuenta con una de las mejores capacidades hospitalarias del viejo continente. Alemania posee de media 34 camas de UCI por cada 100.000 habitantes.
Alemania cuenta con 25.000 camas de cuidados intensivos con respiradores en comparación con las 7.000 de Francia o las 5.000 de Italia.
El sistema sanitario alemán tiene capacidad para ingresar a 4.000 enfermos diarios en UCI y posee una importante red de laboratorios capaz de realizar más de 12.000 pruebas diarias.
Científicos y expertos de todo el mundo señalan que la explicación reside en un hecho tan simple como que Alemania no realiza las pruebas del coronavirus a los fallecidos que no han sido diagnosticados antes de su muerto.
Algunos apuntan a factores sociales como el hecho de que Alemania es un país en el que las reuniones familiares y el contacto físico no es tan habitual como en España, además del hecho de que muchos de los primeros contagiados fueron personas jóvenes por lo que fue más sencillo establecer una ruta y control de sus contactos.
Una meta a la que contribuye el hecho de que Alemania realiza de forma semanal más de 160.000 pruebas para diagnosticar la enfermedad.
Cabe señalar en este sentido que alrededor del 70% de las personas diagnosticas con COVID-19 en Alemania se encuentra entre los 20 y los 50 años tal y como apuntaba el presidente del Instituto Robert Koch (IRK).
El director del Instituto de Virología en el Hospital de la Caridad de Berlín resaltaba en una entrevista que el país reconoció “muy pronto la enfermedad”. “Estamos adelantados en materia de diagnóstico y de detección”.
La canciller alemana Angela Merkel compareció por primera vez en sus 15 años de mandato ante los alemanes fuera de su habitual mensaje de Año Nuevo. “La situación es seria, tómenselo en serio”, afirmaba recalcando que el país se enfrenta a un desafío histórico que solo puede ser comparado con la II Guerra Mundial. Motivos por los que desde hace dos semanas su Gobierno no se cansa de repetir que hay que ganar tiempo con el objetivo de retrasar los contagios.
A pesar de la aplicación de medidas similares a sus vecinos europeos, Alemania paso en 11 días de 1.100 contagiados a más de 20.000. Pero continúan sin lamentar un número significativo de muertas debido a la combinación de factores.
A pesar de todo, el objetivo de Alemania es el de todos los países: frenar una expansión que, de acuerdo a las estimaciones del RKI, podría llegar a afectar al 70% de su población.
Fuente: Consalud
