Artrosis de las articulaciones interfalángicas distales (IFD): La afectación de las articulaciones IFD de las manos es una de las localizaciones más frecuentes y típicas de la artrosis, sobre todo en su forma primaria, sirviendo de diagnóstico diferencial con otras enfermedades reumáticas que afectan a las manos. Los pacientes refieren un engrosamiento lento y progresivo de estas articulaciones hasta formar los denominados “nódulos de Heberden”.
En estados más avanzados se observan las características subluxaciones de las falanges distales en flexión o en sentido radial o cubital debido a la progresión de los cambios estructurales. Los nódulos son inicialmente únicos, pero con el paso del tiempo se hacen multiples. Los nódulos de Heberden pueden tener un comienzo insidioso y progresivo con dolor escaso o inexistente o, por el contrario, presentar un inicio brusco, característico de una reacción inflamatoria aguda con dolor, enrojecimiento, tumefacción e impotencia funcional.
Con el tiempo subsiste la deformidad, pero las molestias desaparecen o se hacen tolerables, persistiendo en forma de dolor con el uso o el esfuerzo. En ocasiones se observa la presencia de pequeños quistes gelatinosos intermitentes.
Artrosis de las articulaciones interfalángicas proximales: En general se asocia a la de las IFD y con frecuencia también a la artrosis trapeciometacarpiana. El comienzo suele ser posterior al de la aparición de los signos y síntomas en las IFD, pero la clínica es similar, con dolor y una deformidad y tumefacción característica del hueso que en este caso origina los denominados “nódulos de Bouchard”; la progresión de la enfermedad también produce subluxaciones horizontales en sentido radial o cubital, lo que unido a las que presentan las IFD da lugar a una deformidad de los dedos de las manos que asemeja a una serpiente.