En los últimos 20 años el número de casos de ictus ha aumentado un 25 por ciento entre las personas de 20 a 64 años, según datos que presenta la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo del Día Mundial de Ictus, que se celebra el 29 de octubre.
Al mismo tiempo, en estos dos decenios la mortalidad y discapacidad por la enfermedad ha disminuido, gracias a la mejora en la detección precoz de los síntomas, en el control de los principales factores de riesgo y en la introducción de nuevas medidas terapéuticas, como las Unidades de Ictus, la trombólisis o la trombectomía mecánica. Todo esto ha supuesto que su incidencia siga aumentando. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en los próximos 25 años se incrementará un 27 por ciento.
En palabras de la coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, María Alonso de Leciñana, «un ictus es un trastorno brusco en la circulación sanguínea del cerebro que puede ser producido por oclusión arterial (el 85 por ciento de los casos) o por hemorragia (el 15 por ciento). Puesto que el cerebro necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes, que le llegan a través de la circulación sanguínea, el daño cerebral que produce un ictus depende en gran medida del tiempo en el que dura este trastorno y de la zona que se haya visto afectada. Por lo tanto, saber identificar los síntomas para acudir cuanto antes al hospital, puede ayudar mejorar significativamente el pronóstico de esta enfermedad».
La institución recuerda que el ictus es la segunda causa de muerte en España (la primera en mujeres), la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto y la segunda de demencia. Cada año entre 110.000 y 120.000 personas sufren uno en nuestro país, de los cuales un 50 por ciento quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. Actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.
Según la especialista, «una de las claves para el éxito en la atención del ictus es la rapidez con la que se detectan sus síntomas iniciales y se contacta con el sistema de emergencias. La otra, sin duda, es la prevención«.
El 90 por ciento de los casos son evitables
Y es que, el 90 por ciento de los casos de ictus se podrían evitar con una adecuada prevención que pasa por la corrección y tratamiento de los factores de riesgo modificables: hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo, obesidad, vida sedentaria, consumo de alcohol, terapias hormonales y enfermedades cardiacas previas.
«En todo caso, cuando hablamos de prevención hablamos tanto de llevar a cabo medidas para prevenir esta enfermedad en personas que no lo han sufrido hasta el momento, mediante hábitos de vida saludables, como para evitar que el ictus se repita. No hay olvidar que el hecho de haber sufrido un ictus, es un factor de riesgo para poder sufrir un segundo. Por lo tanto, estas personas deben seguir un tratamiento farmacológico adecuado», destaca María Alonso de Leciñana.
La edad es otro factor de riesgo, ya que la incidencia del ictus aumenta considerablemente a partir de los 60: un 5 por ciento de los españoles mayores de 65 años han tenido un ictus.
Octava causa de hospitalización
En los últimos 15 años, el número de pacientes atendidos en hospitales del Sistema Nacional de Salud(SNS) por enfermedades cerebrovasculares ha aumentado un 40 por ciento, lo que ha hecho que las enfermedades cerebrovasculares sean ya la octava causa de hospitalización. Actualmente, es la entidad neurológica que mayor número de ingresos hospitalarios genera en España –el 70 por ciento de los ingresos neurológicos- y una de las patologías que requieren de mayor estancia hospitalaria y, consecuentemente, de mayor coste para los sistemas sanitarios. El ictus es responsable del 3-6 por ciento del gasto total sanitario.