Una de las conclusiones del estudio es que la falta de apoyo de la pareja puede conllevar una mayor duración del dolor, incluso durante tres horas más que al resto, así como más expresiones, gestos o gritos de sufrimiento, que a su vez repercuten negativamente en la pareja y les lleva a cuestionar aún más la dolencia.
En su estudio incluyeron a 71 parejas de las que uno de los miembros sufría dolor de espalda crónico, bien por una estenosis espinal, una hernia o problemas en los discos de la columna. Mediante una entrevista de 10 minutos buscaban ver cuál era la actitud de las parejas y si podían contribuir o no a afrontar mejor el dolor.
En ese encuentro los autores del estudio pretendían generar conflicto, pero el grado de crítica u hostilidad no fue en ningún momento manipulado, según aclaran. Después, los afectados por el dolor realizaron una pequeña actividad de 10 minutos con diferentes ejercicios (sentarse, levantarse, caminar, estirarse o levantar objetos) mientras su pareja les observaban.
Mientras tanto, los investigadores medían la crítica abierta y la hostilidad de las parejas y cómo las percibían los propios afectados, así como la intensidad del dolor, sus gestos relacionados y posibles síntomas depresivos.
Durante el encuentro, los investigadores constataron que cuando se producían situaciones de conflicto aumentaba de forma significativa la ansiedad, ira y tristeza.
Más síntomas depresivos
Y posteriormente, ya en la actividad, los pacientes con puntuaciones más altas de depresión también fueron más propensos a percibir una mayor crítica por parte de su pareja y sentir más dolor. Asimismo, una mayor hostilidad de la pareja también se asoció con mayores puntuaciones de depresión y dolor para el paciente.
Sin embargo, cuando los investigadores se ajustaron a otros factores que influyen en el dolor, el vínculo entre la hostilidad conyugal y los niveles de sufrimiento del paciente sólo fue estadísticamente significativo en las mujeres con dolor de espalda.
El equipo de investigación también se sorprendió de cómo los cónyuges parecían inicialmente preocupados por el dolor durante la discusión e incluso preguntaban si el ejercicio posterior les provocaría dolor a sus parejas. Sin embargo, esos cónyuges también eran críticos.