1.Colocarse de pie con los pies no muy separados y las puntas orientadas hacia el exterior. A la mayoría de la gente el ángulo de apertura de los pies más cómodo les parece el de 30 grados, pero esto depende de la anatomía de las caderas de cada persona. Hay que poner las manos en posición de momia, cruzadas delante del cuerpo.
2.Iniciar el movimiento flexionando simultáneamente las rodillas y las caderas y descendiendo en vertical. Hay que mantener el peso corporal sobre todo el pie, conservar el pecho bien abierto y forzar las rodillas a orientarse hacia el exterior en el punto inferior del movimiento, de manera que queden alineadas con el centro de los pies.
3.Descender lo más abajo posible manteniendo plana la región lumbar. Levantarse hasta la posición erguida de pie.