La fíbula es una fuente corriente de hueso para injertos. Incluso después de haberse extirpado una porción del cuerpo de la fíbula, la marcha, la carrera o el salto pueden ser normales.
Se han utilizado injertos libres de fíbula vascularizada para restaurar la integridad esquelética de miembros en los que existían anomalías congénitas óseas y para reemplazar segmentos de hueso tras un traumatismo o la escisión de un tumor maligno.
Generalmente, con el fragmento de hueso se extirpan el periostio y la arteria nutricia, de manera que el injerto permanecerá vivo y crecerá cuando se trasplante a otra localización.
Con el tiempo, la pieza trasplantada de fíbula, una vez asegurada en su nueva localización, restaura la irrigación del hueso al cual se la ha unido.