Si observamos el círculo perverso en el que se mueve el sector privado de la fisioterapia en España, descubrimos que sufre una pandemia de proporciones trágicas. Durante los últimos 20 años el sector privado ha visto y comprobado en sus centros como su actividad, en beneficio de la salud de la población, ha sido secuestrada por las compañías privadas de seguros.
Hablemos de cifras. Aunque parezca mentira el precio medio que vienen abonando las aseguradoras -invariablemente desde los últimos 20 años- no supera los 6 euros por paciente y sesión. Precios que imponen las aseguradoras no dejando posibilidad alguna a la natural negociación en igualdad de condiciones. Todo ello amparado por la opacidad y la connivencia, permisividad o laxitud de algunos organismos que, bajo la bandera del libre mercado, están matando a un sector vital para el sostenimiento del resto de las actividades del país.
Y mientras “venden” como si fuese un gran bazar en el que se regatea el precio sin importar nada, incluso ni la propia salud, desde estas aseguradoras condenan a los fisioterapeutas a los Juegos del Hambre prometiendo un flujo de pacientes a cambio de aceptar condiciones establecidas unilateralmente. Paralelamente, las aseguradoras convencen con campañas de marketing a la población haciéndoles entrar en este circuito, de manera que ya no les quedará otra opción sanitaria que la que ofrece la aseguradora.
Todos los días acuden a nuestros centros multitud de pacientes que pretenden asistencia sanitaria bajo las premisas de las aseguradoras. Esta realidad y la persistencia de dificultades para el sector privado de la fisioterapia, obligan a aceptar las leoninas condiciones. Y una vez entrados en la carrera de la rata, ya sólo pueden ahogarse por asfixia al no cubrir ni tan siquiera mínimamente los gastos de la actividad sanitaria, o morir de inanición al ver limitado su acceso al grueso de la población, embelesada ante la promesa de servicios especializados cuasi-gratuitos.
La fisioterapia española está en la UCI atendiendo al sector privado, por la ausencia de protección de su ejercicio frente a las aseguradoras… Y mientras se ahoga, pide auxilio desesperado al orden político, tanto legislativo como ejecutivo. Muy pronto, será tan grave el daño que será irrecuperable. ¿Y quién se responsabilizará de este desastre? ¿O es que todos continuarán, o continuaremos mirando para otro lado?
Nuestro único deseo es amparar el derecho del paciente a una atención digna por parte de su fisioterapeuta y que el negocio sea sostenible. No hablamos de hacermos ricos, hablamos de subsistir Las compañías aseguradoras, en España, son parte del problema y también pueden ser parte de la solución. Nuestras manos están y seguirán estando abiertas a buscar soluciones que ya existen en toda Europa.
¡SOS Fisioterapia!
Fuente: Autónomos y emprendedor