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Operar con el paciente despierto, una técnica cada vez más usada en las intervenciones neurológicas

Cuando a un paciente le dicen que el tumor cerebral que tiene se lo operaran despierto el miedo le invade. Tras entrevistas formativas por parte de los neurocirujanos, los pacientes se relajan y se muestran participativos en esta cirugía. Porque su participación activa es esencial para que la intervención de esa lesión “nada banal” tenga unos buenos resultados que incidirán directamente “en el que el pronóstico y por tanto el resto de sus vidas”, explica a Consalud.es el Dr. Martin Tamarit Degenhardt, médico adjunto Servicio de Neurocirugía Hospital Universitario de Getafe y uno de los mayores expertos en cirugía despierta en tumores cerebrales.

La cirugía con los pacientes despiertos era una estrategia que se realizaba a principios del siglo XX para desentrañar el foco de la epilepsia. El desarrollo de la anestesia general desplazó esta técnica y no fue hasta la década de los años 90 con el dominio de las anestesias locales cuando resurgió esta técnica para el tratamiento de tumores cerebrales primarios. “El desarrollo viene fundamentalmente de intentar lograr los mejores resultados quirúrgicos manteniendo la función cerebral, y en ese sentido, monitorizar la función deseada en tiempo real (el habla, por ejemplo, hablando con el paciente durante la intervención) tiene muchas ventajas, añadiendo además que ha permitido desterrar muchos mitos como que cada función cerebral tiene una zona cerebral asignada y viceversa”, manifiesta el Dr. Luis Ley, presidente de la Sociedad Española de Neurocirugía (SENEC).

Pese al miedo que pueda dar una intervención del cerebro estando despierto, lo cierto es que no se siente dolor, el cerebro no tiene nervios sensitivos, y todo está muy controlado. La intervención es llevada a cabo por equipos quirúrgicos (anestesia, cirujanos, enfermería, neuropsicología) entrenados y coordinados, que despiertan al paciente tras el proceso más doloroso, cuando abren el cráneo.

Una vez despierto comienzan a realizar la cirugía.  “Los pacientes a los que se interviene con esta técnica tienen que realizar una serie de tareas específicas según la función que se quiere monitorizar, mientras estimulamos el cerebro con una corriente eléctrica. Esta corriente eléctrica interrumpe los circuitos cerebrales implicados en estas funciones y los pacientes durante unos segundos tienen problemas para hablar, realizar movimientos finos, etc. Cuando ocurre, los pacientes son conscientes de ellos y lo comentan”, explica el Dr. Tamarit. En ocasiones la estimulación eléctrica provoca movimientos involuntarios o sensaciones como hormigueos, etc. En algunas cirugías se llegan incluso a inducir cambios del estado de ánimo como llanto, risa, etc.

Con toda esa información los neurólogos son capaces de crear un mapa del cerebro y ser capaces de evitar el daño que podría producirse en el lenguaje o la visión. Algo que no se puede controlar si el paciente está dormido.  “Una de las patologías que más se beneficia de este tipo de cirugía son los tumores cerebrales primarios o gliomas, que son lesiones infiltrativas del cerebro sin un límite definido respecto al tejido sano, y para las que cada vez existe más evidencia de que el pronóstico mejora cuanto más completas sean las resecciones. En estos casos la cirugía con paciente despierto permite resecar lo máximo posible de la lesión con el mínimo riesgo de secuelas neurológicas”, continúa el Dr. Tamarit.

CADA VEZ MÁS RUTINARIO

No todos los pacientes son candidatos a estas intervenciones. “El primer requisito es que el paciente esté dispuesto; el segundo es que no tenga alteraciones cognitivas o neurológicas y que pueda entender perfectamente el procedimiento y las indicaciones, y colaborar con las tareas que necesita hacer durante la cirugía. Y el tercero es que se considere que psicológicamente pueda aguantar el estrés que supone la cirugía y la inmovilización en la misma posición durante varias horas en quirófano (se descartarían pacientes con ciertas alteraciones del estado de ánimo, inestabilidad emocional, inquietud constante)”, señala el Dr. Tamarit. Tampoco es recomendable realizar esta cirugía en “lesiones de gran tamaño muy vascularizadas, con signos de hipertensión intracraneal en las pruebas de imagen, o adheridas a meninges de base de cráneo, pues pueden condicionar dolor difícil de controlar”, añade.

Esta técnica no es aplicable a  toda la neurocirugía, existen muchos tipos de lesiones de sistema nervioso central que requieren cirugías en ocasiones muy complejas, como tumores que llamamos extraaxialeso “rodeando” al sistema nervioso central. Pese a ello los resultados obtenidos en la intervención con algunos tumores cerebrales han hecho que se amplíe esta técnica otras patologías. “En general, cuando una técnica se populariza, se crean nuevas indicaciones, ya que los equipos adquieren confianza”, manifiesta el Dr. Ley. De esta forma, actualmente la intervención se puede utilizar además de en tumores, para tratar epilepsia y malformaciones vasculares cerebrales.

El propio Dr. Tamarit colaboró recientemente en una operación en una paciente despierta para la resección de focos epilépticos cercanos a zonas del cerebro que tienen una importante función en el Hospital Universitario La Paz.  Él mismo realiza de forma rutinaria esta técnica para diferentes intervenciones en el Hospital Universitario de Getafe, donde tienen “experiencia de más de cien casos intervenidos con esta técnica, realizamos de media más de dos intervenciones de este tipo al mes, con épocas en las que realizamos una a la semana”.

“Son cirugías habituales en la práctica totalidad de los servicios de neurocirugía españoles, aunque obviamente hay centros con mayor y menor experiencia”, indica el Dr. Ley. “Paradójicamente este conocimiento está permitiendo crear sistemas que puedan llegar a tener resultados similares sin necesidad de tener al paciente despierto”, concluye el presidente de la SENEC.

Fuente: Consalud

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