Están integrados básicamente en el tronco cerebral, aunque a un nivel más alto que los reflejos extensores. Se trata de reacciones estáticas generales, que dan al cuerpo y extremidades distintas actitudes y tonos según la posición de la cabeza en el espacio (reflejos tónicos laberínticos) o de la cabeza respecto al cuerpo (reflejos tónico cervicales). Estos reflejos provocan contracciones sostenidas que afectan más a las articulaciones proximales.
Reflejos tónicos laberínticos (RTL): Mayor tono extensor en decúbito supino, llevando la cabeza atrás y extendiendo especialmente las extremidades inferiores y por el contrario en decúbito prono predominan la flexión y la resistencia al estiramiento. Su punto de origen son impulsos laberínticos aferentes del utrículo y del sáculo.
Reflejo tónico cervical asimétrico (RTCA): El giro de la cabeza a un lado origina un aumento del tono extensor de las extremidades “faciales” y flexor de las “nucales”, siendo máximos en supino o cuando se extiende la cabeza. Es más fuerte cuando el giro de la cabeza es voluntario que cuando se le hace pasivamente.
Reflejo tónico cervical simétrico (RTCS): La flexión de la cabeza lleva consigo la flexión de las extremidades superiores y extensión de las inferiores. El punto de partida de los reflejos tónicos cervicales está en los receptores propioceptivos occipito-atlo-axoidea.