La Fisioterapia es una Ciencia novel, eso nadie lo duda, pero no por ello deja de ser Ciencia. El recorrido de las Ciencias Biomédicas y Sociosanitarias no es exactamente igual en todos los casos, pero, de forma habitual, tras un proceso de desarrollo a nivel profesional, se consolida, organiza y armoniza el plano académico y, paralelamente, se va construyendo un camino científico que, sin duda, debe volcar y transferir nuevamente los avances al contexto académico y profesional para que, desde ahí, llegue a la sociedad.
Pues bien, los procedimientos definidos en el marco de la Fisioterapia hunden sus raíces históricas en el mundo primitivo, como muchos procedimientos de otras áreas de conocimiento sanitario. Pero, en el ámbito de la Fisioterapia, fue sin duda el pasado siglo XX cuando estos procedimientos experimentan un crecimiento exponencial debido, entre otras cuestiones, a las guerras mundiales y la necesidad de reincorporar a mucha población activa al contexto sociolaboral, las grandes epidemias (como la poliomielitis), la tecnificación de la actividad agrícola, el desarrollo de la industrialización, el progreso tecnológico en muchos ámbitos de la vida del hombre, la implantación de gran cantidad de tecnología sanitaria, los nuevos perfiles de problemas de salud desde una perspectiva epidemiológica y clínica y la proliferación de inventos revolucionarios (como el automóvil), lo que deriva en el inicio de una nueva visión de los “agentes físicos” para la reeducación de la función, para aportar autonomía y para conseguir mayor calidad de vida.
Ya no estamos en la época de la “artesanía” ni del ensayo-error, en España ya estamos en otro momento que describe académicamente el Título de Grado en Fisioterapia y que avala competencialmente la Orden CIN 2135/2008 y la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias del año 2003. Y es que, que la verdad no se conozca, no significa que no exista.
Algunas recientes publicaciones de ciertos medios de comunicación muestran en gran medida desconocimiento de nuestra profesión, de la Fisioterapia, por eso, nos gustaría realizar algunas breves aclaraciones al respecto para, sobre todo, no confundir a la sociedad, no dar mensajes poco fehacientes de los procedimientos que nos son propios en Fisioterapia y, sin duda, y quizá lo más importante, aportar datos fiables sobre cómo podemos seguir mejorando la salud de las personas. En concreto, nos centraremos en el ámbito pediátrico, dando algunas pinceladas científicas que pueden ser de interés.
Y es que, el perfil sanitario, demográfico, epidemiológico y social de los niños y niñas que demandan Fisioterapia está cambiando en las últimas décadas, prestando especial atención hoy, además de a las grandes patologías que afectan al sistema nervioso central, periférico y neuro-músculo-esquelético, también a los recién nacidos de riesgo (RNR), bebés prematuros, niños y niñas con déficit de desarrollo madurativo de tipo sensoriomotor sin condición de salud o patología con diagnóstico médico claro, problemas de tipo respiratorio o relacionado con el proceso digestivo, desviaciones de la columna vertebral como la escoliosis (que cada día deja de ser más idiopática y es fundamental el abordaje interdisciplinar), entre otros procesos de salud-enfermedad que amplían y diversifican el espectro de problemas que se presentan en muchas familias y que debemos afrontar, también, como no podía ser de otra manera, desde las profesiones sanitarias, entre ellas, desde la Fisioterapia.
En el año 2012 se publicaba un artículo en la revista Muscle Nerve sobre la eficacia de los estiramientos musculares sumados a contracciones isométricas en niños con parálisis cerebral infantil, obteniéndose beneficios en el incremento de los reflejos osteomusculares y la extensibilidad muscular, preservando el número de sarcómeros. Ahora, hay que hacer el esfuerzo de llevar este resultado en el ámbito investigador a la práctica clínica diaria. Dicen que pueden pasar décadas hasta que esto ocurra, pero, sin duda, será obligación de todo el engranaje sanitario (medidas políticas, gestión, derivación interdisciplinar, cambio de protocolos, transferencia de conocimiento, edición de guías clínicas, etc) el que deberá integrar los cambios y avances que se van produciendo desde el conocimiento científico. Y sí, en algunos casos esta transferencia ocurre algo más rápido, como quizá sea el caso de patologías agudas de gran morbimortalidad que avanzan a nivel quirúrgico o farmacológico, pero este proceso es más lento en problemas como la parálisis cerebral infantil (entre otros). Pues bien, este artículo, como muchos otros, está validando los procedimientos de Fisioterapia como el ejercicio terapéutico, el trabajo postural y sensoriomotor, la reeducación del movimiento con el uso de elementos ortésicos individualizados o el uso de yesos progresivos en gran cantidad de problemas de tipo neuromusculoesquelético, pero no sólo para establecer qué se debe hacer, sino también, y sobre todo, para definir qué debemos dejar de hacer. Y sí, ya hay investigaciones que indican qué procedimientos de fisioterapia deben abandonarse y otros que nos indican por dónde debemos seguir avanzando y construyendo, siendo muchos los estudios, por ejemplo, que recomiendan procedimientos de fisioterapia en tipos concretos de parálisis braquiales obstétricas para evitar procesos quirúrgicos o cómo la fisioterapia combinada con dichos procesos aporta una mayor autonomía en menos tiempo en malformaciones congénitas del pie, evitando un gran número de secuelas.
En Archivos de Bronconeumología, con un índice de impacto de 1,771, se publican muchos artículos sobre trabajos de fisioterapeutas que, en no pocos casos, emanan de proyectos de investigación avalados por Tesis Doctorales. Sin duda, ya se va aportando cierta evidencia científica a la aplicación de procedimientos enmarcados en el contexto académico y profesional de la Fisioterapia. En esta y en otras revistas semejantes se recoge en diversos artículos el concepto de Fisioterapia Respiratoria aportado en el 2000 desde la Sociedad de Pulmón y Cirugía torácica, definiéndose como la aplicación de técnicas físicas basadas en el conocimiento de la fisiopatología respiratoria y en la atención psicoemocional del paciente para prevenir, curar o algunas veces, sólo estabilizar, las alteraciones que afectan al sistema torácico pulmonar. Así, la Fisioterapia Respiratoria aborda enfermedades pulmonares de tipo obstructivo, restrictivo, agudo y crónico, porque, en gran medida, su finalidad es suplir, compensar o sustituir el fallo momentáneo o definitivo de los mecanismos de defensa del aparato respiratorio que se manifiesta, principalmente, por una obstrucción bronquial. Esta obstrucción bronquial puede deberse a la alteración del transporte mucociliar relacionado con la exposición a agentes contaminantes, infecciones agudas, secreciones resecadas, enfermedades crónicas o anomalías congénitas. Así, muchas de las investigaciones realizadas desde la Fisioterapia en este campo persiguen la reeducación ventilatoria, la desobstrucción bronquial, la distensibilidad pulmonar, el entrenamiento específico y global a nivel músculo-esquelético de la musculatura respiratoria y la educación para la salud al paciente y la familia. Y es que, favorecer la tos, facilitar la salida de secreciones o limpiar el entorno bronquial puede ser fundamental para prevenir o tratar un proceso infeccioso, evitar o minimizar ingresos hospitalarios y, siempre que sea posible, no sobreexponer a tratamientos recurrentes de tipo farmacológico, muchos bien conocidos y validados con resultados a corto plazo extraordinarios pero otros, no tanto, sobre todo en cuanto al desconocimiento de ciertos efectos a medio y largo plazo.
Pues bien, teniendo presente que cada año en el mundo, según la SENP, mueren 15 millones de niños por enfermedad respiratoria,todos los profesionales sanitarios tenemos que remar juntos para aportar, en la medida de nuestras posibilidades y dentro de nuestro campo competencial, respuestas fiables a estos procesos. Así, los resultados de una reciente tesis doctoral sobre la eficacia respiratoria en niños y niñas con enfermedades neuromusculares han aportado datos muy interesantes sobre la disminución de días de ingreso hospitalario al año y la calidad de vida de estos niños y niñas, siendo clave dentro del Protocolo de Fisioterapia Respiratoria validado el trabajo de terapia manual, reeducación de la dinámica muscular y aplicación de técnicas instrumentadas, técnicas, por otro lado, bien sustentadas profesionalmente en obras tan relevantes como las escritas por el fisioterapeuta francés Gay Postiaux que, como pasa en otros campos de la Medicina y de las Ciencias de la Salud, es un referente para todos los fisioterapeutas que trabajan en el campo de la Fisioterapia Respiratoria, de hecho, este autor publicaba en Archivos de Pediatría en el año 2001 un artículo que recogía la eficacia de la terapia bloncodilatadora nebulizada más Fisioterapia (incluyendo, entre otras cosas, la tos provocada), para aliviar los síntomas de la obstrucción bronquial en la infancia.
Quizá al lado de estas patologías de tipo neuromusculoesquelético o respiratorio, otros procesos que afectan a la infancia están en un plano menor desde el punto de vista biomédico, como el quizá mal denominado “cólico del lactante”. Y es que, este problema de salud autolimitado en la primera infancia, no es una enfermedad, de hecho, no existe como tal en muchos países del mundo en cuanto a “etiqueta diagnóstica”. Por este motivo, es sorprendente la cantidad de productos farmacológicos sin evidencia científica en estos casos que se siguen utilizando; fórmulas “magistrales” en las que las familias, a veces, gastan una gran cantidad de dinero buscando el remedio rápido y milagroso. Y es que, efectivamente, estos cuadros de llanto intensos, excesivos e inconsolables, en muchos casos, a largo plazo, requiere un abordaje global en el que se busque qué motivo o combinación de motivos, puede estar detrás de este llanto (a veces es hambre, otras necesidad de estímulos de tipo postural o sensorial, otras requerimiento de vínculo y apego, etc). Sin embargo, es posible también que la inadecuada e incompleta absorción de sustancias en el sistema digestivo produzca adherencia y disminución de la elasticidad tisular, alteración de la circulación vascular y linfática y de los plexoneurovegetativos, aumento de los espasmos reflejos de tejido estriado y musculatura lisa y dolor por activación de circuitos nociceptivos de origen visceral. Esta es sólo una hipótesis que ya ha sido contrastada en una tesis doctoral leída recientemente en la que se ha demostrado la eficacia de un protocolo de terapia manual. Por supuesto, queda mucho por hacer, pero estos pequeños pasos nos animan a seguir construyendo ciencia desde la Fisioterapia, para evitar, entre otras cuestiones, que las familias disminuyan el impacto socioeconómico que suponen estos “cólicos del lactante”, que afronten un inicio de crianza más sostenible y, sobre todo, que no expongan a su hijo o hija, por lo demás, totalmente sano y creciendo con normalidad, a una sobreexposición de sustancias, complementos alimenticios, fármacos y productos homeopáticos que, sin duda, presentan mayores niveles de evidencia en cuanto a su no recomendación.
Estas son solo algunas aportaciones de cómo la Fisioterapia, como profesión sanitaria, va creciendo también a nivel científico, pero no podemos desfallecer, hay que continuar, porque así nos lo demanda la sociedad y así no lo exige la Ley.
Fuente: Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España