-Posiciones de pie, sentado, tumbado.
-Sin y con uso de implementos y bases inestables: pelota o balón de espuma, colchonetas de diferentes grosores, tableros y platos basculantes, cojines de aire, fitball, bosu, roller…
-Incremento de la dificultad con base en el aumento y la reducción de aferencias visuales: ejercicios delante de un espejo, ojos abiertos u ojos cerrados.
– Incremento de la dificultad en función de cambios en la base de sustentación: apoyos sobre dos extremidades, sobre una o sobre una parte determinada de la extremidad (en el pie, apoyarse solamente sobre los dedos).
-Diferentes ángulos de aplicación de las cargas.
– Utilizar therabands, poleas y resistencias manuales o el propio peso corporal.
– Combinar diferentes tipos de contracciones: isométricas y anisométricas.
-Diferentes velocidades de ejecución y aceleraciones-desaceleraciones en los ejercicios.
La combinación de estos factores determinará la dificultad de cada ejercicio. Antes de evolucionar hacia ejercicios más complejos, debemos controlar bien los más sencillos.